sábado, 19 de noviembre de 2011

La base sobre la que se construye las relaciones de pareja

La base sobre la que se construye las relaciones de pareja es el amor, y la base del amor es el respeto, la confianza, la transparencia y la verdad. Estos cuatro valores son fácilmente quebrantados por la cobardía de la mentira, el engaño y la desconfianza. Recuperar esos valores es extremadamente difícil y es como construir sobre las bases de una casa afectada por un terremoto que, aunque sigan de pie, han sido sacudidas y seguramente quedan vulnerables. Usando esta metáfora de la casa, se puede pensar en una segunda opción: si la pareja tiene los medios, se puede botar todo para construir de nuevo. Los medios aquí implicarían: una capacidad para perdonar y dejar ir las heridas del pasado, y un deseo de renovación que saque las fuerzas de las entrañas para lograr un cambio mutuo. Esto es algo difícil pero no imposible de lograr.


Las relaciones empiezan con esta atracción que puede ser mutua desde el principio o no. La edad es lo de menos. Empiezan las salidas, los coqueteos, las flores, los mutuos piropos. Luego no se puede dormir pensando en todo lo que se desea que suceda con esa persona y la tenemos en mente todo el día. El estado de “enamoramiento” es total, el cuerpo se siente liviano, casi como si estuviese volando. Las sonrisas se desprenden para todo, aunque sea un momento desagradable. Todo vuelve a la felicidad el rato de recordar algún gesto de la persona “idolatrada”. Se cuentan los minutos para volverla a ver. 


La descripción más cercana que defina al enamoramiento es: “la ilusión”. Nosotros concebimos a la ilusión, desde ese estado, como un deseo que está en proceso de hacerse realidad. Estamos “ilusionados” con la relación. Nos entusiasma a tal punto que pensamos que va a ser la panacea de nuestra vida.


El proceso de los enamorados continúa hasta que llega el momento esperado del matrimonio.El amor desborda por los poros y la emoción de comenzar la vida matrimonial poco puede esperar. El primer año es uno de acoplo y con pocas, algunas o muchas diferencias, la pareja hace su esfuerzo por adaptarse a una nueva forma de vida: costumbres que se van adaptando a la dinámica de la pareja. Pasan un par de años, quizás, y empieza la ilusión de los hijos. Vienen los hijos y la mujer, comprensivamente, hace pedazos su cuerpo. Eso no es muy considerado cuando la pareja decide tener hijos. Se piensa en los hijos y no en todo lo que representa físicamente eso para una mujer porque eso es parte de su naturaleza. Ya no habrá el mismo cuerpo, muchos abdómenes maternales quedan con estrías, en fin, la belleza física irá cambiando con el tiempo y se van olvidando qué implicó tener hijos. Como mencioné, no hay que esperar a tener hijos para que muchos inviertan su atención en otras “parejas”. Lo que sucede de ahí casi sin excepción es que la mujer se dedica a su bebe y, por un tiempo, descuida a su pareja. La atención ya no es total para la pareja sino que el 99% de la atención está dirigida al bebé. Al principio no afecta tanto, pero pasan los meses y la presencia del bebé ya deja de ser novedad y empieza a ser rutina. Muchos hombres se sienten abandonados y tienen la excusa perfecta para buscar atención en otro lado. La vida ya no es igual con los hijos. La dinámica familiar cambia, las atenciones, las prioridades cambian.