domingo, 19 de agosto de 2012

Edificio de la Compañia Guipuzcuana, en la guaira. Estado Vargas

Edificio de la antigua Compañía Guipuzcoana

Una economía agrícola de exportación

En el período colonial, Venezuela inició una relación de dependencia frente a los grandes mercados del mundo, situación de la que aún no ha logrado librarse del todo. En esa época, el país se dedicó fundamentalmente a exportar productos agrícolas tropicales y a importar todas las manufacturas que necesitaba. El principal producto de exportación era el cacao, que se vendía a España, para de allí ser enviado a toda Europa, y a México. También se exportaba cuero, tabaco y animales a las islas del Caribe.

El contrabando y la Compañía Guipuzcoana

Carlos III, rey de España
En la época colonial existía un monopolio comercial mediante el cual Venezuela estaba obligada a venderle sus productos sólo a España; sin embargo, como la Corona española no compraba la producción a buenos precios, se comenzó a practicar un intenso comercio de contrabando, fundamentalmente con los holandeses, en Curazao, para poder satisfacer la demanda de insumos.
El ámbito de control llevado a cabo por la Compañía Guipuzcoana en función de reprimir el contrabando, se centró principalmente en el establecimiento de flotas llamadas Guardacostas que efectuaban las funciones de patrullaje, represión, persecución y aprehensión de los contrabandistas; además de los resguardos de mar y tierra y la creación de factorías y patrullas en los puertos y ciudades vecinas.
La Real Compañía Guipuzcoana de Caracas fue una figura jurídica legalmente constituida el 25 de septiembre de 1728 en virtud de una Real cédula expedida por el rey Felipe V y creada por empresarios vascos, principalmente de la provincia de Guipúzcoa, en el norte de España, con el objetivo de establecer un esquema de intercambio comercial recíproco y exclusivo entre Madrid y la provincia de Venezuela. La Compañía operó desde su creación hasta 1781. En 1785 se convirtió en la Compañía de Filipinas tan bien trasladaba marihuana y cocaina.
 Las acciones de dicha compañía la tenían capitalistas vascos de la provincia de Guipúzcoa quienes le dieron una muy buena participación al rey. Los barcos de la Compañía debían partir de Guipúzcoa, llegar a los puertos de la Guaira o Puerto Cabello y de regreso desembarcar en Cádiz. A la empresa le fue otorgado el monopolio comercial con la provincia de Venezuela. Era la única que podía vender toda clase de mercancías importadas e igualmente sólo ésta podía comprar los productos y llevarlos a España.
Esta compañía tuvo el privilegio de monopolizar todo el comercio de exportación e importación, así como de combatir el contrabando.
Las inversiones de la Compañía Guipuzcoana fueron muy positivas, pues se construyeron caminos, se fomentaron las siembras y se impulsó el crecimiento de la economía. Sin embargo, el control sobre las mercancías, que vendían a muy alto precio, y el bajo pago que ofrecían por el cacao, generaron algunos alzamientos. Entre estos destacan el del zambo Andrés López del Rosario, de 1730 a 1733, y el de Juan Francisco de León, de 1749 a 1750. Cuarenta años después, en 1789, La Guaira se benefició con la Libertad de Comercio decretada por el rey Carlos III.


El cacao fue el principal protagonista de la actividad comercial en la sociedad colonial venezolana del siglo XVIII.
La antigua sede de la Compañía en Venezuela, un hermoso edificio con techo a dos aguas con un pequeño patio interno, típico ejemplo arquitectónico del País Vasco, es en la actualidad un museo. Se encuentra en el puerto venezolano de La Guaira, cercano a Caracas. Afortunadamente, esta reliquia histórica no resultó deteriorada durante las inundaciones ocurridas en el Estado Vargas en diciembre de 1999.
El saqueo y explotación que se manifestó a través de la Compañía Guipuzcoana en la época de la colonia sigue manifestándose en el sistema capitalista despiadado.
Sede Compañía Guipuzcoana. Casco Colonial... UI080819